Hubo un tiempo, hace mucho tiempo, en el que mi tío Lino nos visitaba en la ciudad de México, un día de aquellos tiempos, mi madre le dio dinero y le pidió que le comprara una figura de porcelana. Mi tío Lino volvió con la figura de porcelana para mi madre, era un encargo muy especial, mi madre tenía fascinación por la porcelana y el cristal cortado. Mi tío Lino viajó desde la ciudad donde él vivía, hasta la ciudad de México, pero en algún momento en el camino, la figura se quebró, cuando se la entregó a mamá se dio cuenta de ello. Mi madre estaba muy agradecida, y aunque ya no era una figura, sino que había quedado como un rompecabezas de porcelana, sin más, y sin tirar los pedacitos a la basura, mi madre con mucho amor lo pegó, y lo conservó todos estos años.
Hoy está en mis manos, lo lavo con cuidado cuando sacudo y nunca más se ha vuelto a romper ni a despegar, desde que mamá como pudo lo pego, lo cuido, como si ella misma lo cuidara.
Es un viejito acostado en una banca quizá de algún parque, que estaba muy cansado y se quedó dormido… Vestido con un traje sastre y sombrero verde, tomó el saco, y lo colgó sobre el respaldo de la banca, se quitó los zapatos, para descansar sus pies, los puso sobre el pasto debajo de la banca, junto a un plato que posiblemente el llevaba para comer, dónde solo dejó un par de huesos, en el plato posaba un pájaro azul, y juntó se encontraba un perrito blanco, esperando para comer esos huesos. El viejito puso debajo de su cabeza sus pertenencias, como si fuera su almohada, con su pipa en la boca y agarrado del paraguas cerro los ojos, con el otro brazo que estaba colgando, agarraba una botella con su mano, hasta quedarse profundamente dormido.
Hoy mi tío Lino fue el que se quedó profundamente dormido, pero me deja muchos recuerdos, como este del viejito. Le deseo buen viaje, saludos a mi tía Haydée, mi abuelita, mi mamá y a mi hermanita. Gracias... Besitos al cielo tío Lino
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